“Chango, el misterioso, rompe la paila”

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Este 6 de junio Cuba y el Caribe perdieron la extraordinaria gracia de la percusión que poseían el alma y las manos de José Luis Quintana, Changuito, Chango, el misterioso, el de los Van Van, el que siempre rompió las pailas y mostró con orgullo el misterio de Orula en su muñeca izquierda.


8 de junio de 2025 Hora: 16:48

Es inolvidable esa expresión en los labios de otro coloso, Pedrito Calvo, entonces voz solista de Los Van Van de Juan Formell.

¿Era misterioso José Luis Quintana, Changuito?

Sí. Lo era. Y el misterio lo escondía en su sonrisa y en su eterna  jarana (o echadera de bromas, como decimos en Venezuela). Pero de que tenía misterio lo tenía… y lo evidenciaba en la muñeca izquierda.

No solo fue un misterio de él, verdaderamente. Usualmente los percusionistas verdaderos, de Ley, están señalados desde las fuentes misteriosas de África, que por acá no se acaban de comprender.

Muchas veces estuvo en Venezuela, y siempre fue para enseñar, para compartir  y también para aprender, porque se sentía muy atraído por el ritmo y los instrumentos de la afrovenezolanidad.

Changuito y Grupo Herencia. Caracas

Nació el 18 de enero de 1948 en Casablanca, La Habana,  Cuba. El apodo “Changuito” fue un regalo que a los 18 años  le dio el pianista también cubano Felipe Dulzaides, cuando  Quintana estaba en “Los Armónicos”, el grupo de Dulzaides.

De él se dice que a los cinco años tocaba bongó. Y se dice que fue tan precoz que a los ocho años ya era percusionista en el Cabaret Tropicana con autorización  y acompañamiento de su padre, Pedro Luis Quintana, quien formaba parte de la orquesta Habana Jazz, siempre presente en el Tropicana.

Fueron ires y venires hasta que en 1970 ingresó como sustituto percusionista al recién nacido grupo “Los Van Van” fundado por el bajista Juan Formell. Ahí se quedó durante 24 años, al lado del genio de Formell, y de otras estrellas cubanas, que la historia de Van Van no es solo de estos dos, aunque Formell ya venía anunciando  sus innovaciones desde el cercano tiempo en el que estuvo en el Charangón de Elio Revé, músico al que Formell fue mostrando novedades musicales integradas a lo tradicional cubano. Formell salió del grupo de  Revé y decidió armar su Banda. Changuito, entonces no estaba en el horizonte de Formell. Eso sí: Ya estaba en la movida  cotidiana dentro de la percusión y su nombre sonaba y resonaba, que es mucho decir en un país donde  todos nacen con  la clave en la mano y el corazón.

Es por esto que Juan Formell lo convoca en 1970 para sustituir a Blas Egües. Para ese momento, José Luis Quintana ya había pasado por muchas agrupaciones entre las que destacan “Los Armónicos”, “Sonorama 6”, Orquesta de Música Moderna de Pinar del Río, Los Gafas y la orquesta “Souvenir” de Artemisa, que fue desde donde saltó a “Los Van Van”.

Los Van Van. Sandunguera (tema de Changuito)

Changuito acudió a la convocatoria que le hizo Formell… y se quedó  más de dos décadas. Ya el songo como ritmo había sido concebido por Formell, Raúl Cárdenas  en las congas y  Blas Egües en lo que hoy denominamos el set de percusión (Timbales, Timbalitos, Batería).

Luego, casi inmediatamente Changuito le aportaría brillo, mucho brillo e innovación, eso sí. El Timbal y las Tumbadoras en sus manos adquirieron otra sonoridad, otro empuje y hasta otra forma de ejecutar, como lo atestigua  el percusionista Pausides Jiménez, de Barquisimeto, quien fue su alumno, como lo fueron también reconocidas figuras de la percusión como Giovanni Hidalgo.

Pero luego de haber hecho historia con mérito propio en la percusión cubana y su sonoridad, Changuito quiso hacer otras cosas, sobre todo en la docencia, en compartir su experiencia  y su innata sabiduría percutiva, y lo hizo.

Changuito en acción con Los Van Van.

Enseñar y aprender

Ese empuje de enseñanza llevó a Changuito al Instituto Superior de Artes (ISA) de su país, a la Universidad de Río Piedras en Puerto Rico, al Berklee College of Music de Boston, y también a diversas instituciones en Venezuela, país al que quiso mucho.

También hay que destacar que José Luis Quintana fue miembro muy activo en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y siempre se sintió orgulloso de poseer la medalla Alejo Carpentier, por sus méritos en la percusión de Cuba. Obtuvo, claro, otros reconocimientos como los tres premios Grammy por su participación al lado de Jesús Chucho Valdés, Bebo Valdés y Diego El Cigala.

Este notable, quien ya había participado en grabaciones en Suiza y en Inglaterra e incluso participado en proyectos con los brasileros Airto Moreira y Flora Purim, grabó en 1992 un álbum que le dio a conocer internacionalmente, con éxito. Pero además de enseñar, Changuito aprendía de otras sonoridades  y Venezuela le obsequió la posibilidad de grabar experimentando con lo afrovenezolano y otras tendencias.

Telegrafía sin Hilo

En Venezuela

Muchas veces estuvo Changuito en Caracas y otras ciudades. Se sentía muy bien al lado de los percusionistas venezolanos como Faride Mijare, Orlando Poleo, Carlos Nené Quintero, Pausides Jiménez, Alberto Borregales y muchos más. El caso  increíble es que Changuito no sabía del Pavo Frank Hernández, timbal de excelencia de Venezuela, y menos lo conocía.

En 2006 se gestó el extraordinario álbum “Telegrafía sin Hilo” bajo la égida del gran investigador y melómano Omar Jeantón, dueño y gerente del sello Cacao Music, junto al grande del béisbol, Bob Abreu. La génesis estuvo en la ciudad de Maracay, donde se  realizaba el Festival de Tradiciones Afroamericanas, de fuerte corte percutivo y religioso. Ya el percusionista cubano  Horacio Hernández había grabado con el sello de Jeantón, y le sugirió grabar a Changuito. Encantado, Jeantón puso todo el engranaje en marcha.

El resultado fue un álbum exquisito desde su presentación física hasta sus temas y participantes. África en todo su esplendor tanto en la parte cubana como en la venezolana, y más. Participó por la parte venezolana el Grupo Herencia con la batería de percusión venezolana, inmensa.

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En 2006 se gestó el extraordinario álbum “Telegrafía sin Hilo” bajo la égida del gran investigador y melómano Omar Jeantón, dueño y gerente del sello Cacao Music, junto al grande del béisbol, Bob Abreu.

Ese mismo año, aprovechando la estancia de Changuito en Caracas, a través de Fundarte, la Fundación para las Artes de Caracas, se organizó un taller concierto en el Museo del Teclado teniendo como protagonistas a Changuito y al Pavo Frank. El Pavo sabía mucho de Changuito, pero el cubano no conocía el trabajo ni la trayectoria del venezolano. Quienes pudimos apreciar ese diálogo musical no olvidamos la expresión asombrada de Changuito cuando escuchó la maestría, sabrosura y repertorio de aquel timbalero casi invidente, suplente de Tito Puente y Maestro de maestros. Luego diría: “¿Cómo yo me pude perder durante tanto tiempo al Pavo Frank?”. Fue maravilloso.

Este 6 de junio Cuba y el Caribe perdieron la extraordinaria gracia de la percusión que poseían el alma y las manos de José Luis Quintana, Changuito, Chango, el misterioso, el que siempre rompió las pailas y mostró con orgullo el misterio de Orula en su muñeca izquierda.

Deja un gran legado y miles de alumnos.

Paz eterna a su alma.

 

 

Autor: teleSUR - Lil Rodríguez